La página de Emilio Calvo de Mora


 

Bueno, por fin he entrado a fondo en la materia. Entrar quiere decir manejarme en el pbworks éste con desparpajo. No se admiten ya dilaciones. En fin. vamos al tajo poético. Aunque más que poético, oh amigos de tertulia libresca, el tajo en que os voy a poner el próximo martes es discursivo. En el discurso de Queneau, que es el alma mater de la reunión, se entrecruzan muchas vías de expresión. La más remarcable es la que hace del lector un lector activo, uno capaz de reformular lo leído, transfigurarlo, reconvertirlo, reajustarlo a su manera de ser y, en última instancia, mandarlo a tomar por el puñetero saco (perdón por lo de saco) si es menester. Os voy a proponer un texto, como paso preliminar, a partir del cual se levantará acta de la creatividad fortuita, la casual, la que se saca de la chistera y se pone encima de la mesa. Porque los que escribimos, mucho o poco, bien, regular o remetadamente mal, tenemos algo de prestidigitadores, de magos, de detectives de la palabra. Vamos a ser detectives pues. El texto lo mandaré al correo también y de ahí al interior de cada uno para que vaya pensando en qué hacer con él. O bueno, mejor no hacemos nada de esto. Se me ocurre, así sobre la marcha, que no mando nada. Que saco yo el texto el martes, os lo pongo a la vera del hocico y lo rumíáis a antojo, a capricho de cada cual. Si os lo cuento, tiene menos gracia. Lo que sí quiere dejar claro es que el martes vamos a crear, no a leer ni a divagar sobre lo humano y lo divino de las bondades de las nuevas tecnologías. Vamos a escribir de gordo, que dice un amigo mío. Os pediré disculpas cuando no sepa arrancaros a escribir y todo quede, en fin, en una reunión de amigos hablando sobre las cosas que les gusta. Un abrazo a todos.